Levanto la cabeza como para acomodarme el pelaje, sin que mamá se de cuenta miro alrededor. No hay otro témpano de hielo. ¡No lo hay!
El calor comienza a arreciar. Mi hermana sigue jugando con su reflejo, pareciera que la llamara. Cuando intenta saltar al agua para calmar el calor, mamá la regresa arriba. "Ya tendrás tiempo para nadar" le dice. Ella es la primera en saltar al agua. El témpano se derrite más rápido que nunca. Mamá intenta moverlo un poco, pero sólo se rompe un poco más. "Volveré" nos promete, y nada a toda velocidad en cualquier dirección.
Me quedo solo con mi hermana, divertida todavía. Más tarde está hambrienta, y sugiere ir a pescar. "Mamá dijo que aquí nos quedáramos". Mi hermana, rebelde como siempre, salta al agua y empieza a nadar. Salto detrás de ella, la sensación refrescante me alegra la vida. Ya no tengo calor, y me empieza a dar hambre. Nado detrás de mi hermana y nos alejamos del témpano.
Mientras tanto mamá regresa por donde vino. No hay otro témpano donde vivir. Mi hermana y yo nadamos alegremente. Una enorme aleta se aproxima. Yo la veo y alerto a mi hermana. Nadamos lo más rápido posible huyendo de la orca asesina. Nos alejamos del témpano.

Nosotros nadábamos en dirección contraria, alejándonos de ella, y del témpano. Encontré otro, mucho más pequeño donde tal vez podríamos pasar la noche, pero en cuanto saliera el sol, desaparecerían nuestras esperanzas. El sol cayó, a esa hora debió caer mi madre.
Por la mañana, mi madre debió estar en el estómago de la orca asesina, donde probablemente estaremos nosotros más tarde.
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