Un día mientras caminaba y no corría se me vino a la mente una idea. Tan simple solución que pareció ser de otro mundo pero solucionaba todos mis problemas en este. Lleno de excesos violentos ese día me decidí a dejar a un lado las posibilidades reales y aventurarme más allá de los límites de la legalidad, más allá de la realidad.
En ese momento en el que la realidad se acercó a tocarme la protección que tenía se desvaneció, y junto a mi ira y pensamientos se desbordaron. Rompieron las paredes y chorrearon por las ventanas. Me dejaron expuesto y desnudo ante un mundo que yo no debía conocer.
No tan cruel para matarme, y yo no tan hábil como para lidiar con él. Tan contrarios fuimos que no pude resistirme a acercarme con tremenda indiferencia. Tan intensa fue que el odio que sentí al acercarme me hizo desaparecer. Pronto estuve separado, disperso.
Corrí por carriles que detuvieron mi paso. Me atropelló un tropel de sillas fijas y caí en el regazo de una señora de viejos años que nunca ha logrado realizarse. Contrasté con su belleza ficticia, cedí ante su poder de hacer y deshacerme, de sacarme de este infierno que yo mismo había creado.
Pronto descubrí que esta vieja pintoresca era mi patria, y que los demonios que me atormentaban se iban si confiaba en ella y miraba mi futuro y construirlo con las manos llenas de sangre. No importa que hiera, importa que sane.
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Mateo
Hecho en México
20 feb 2011
14 feb 2011
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